-Fue el verano pasado cuando mis vecinos alquilaron una cabaña en el lago para pasar unos días fuera» -cuenta la mujer sentada en el sofá del psiquiatra.
-Continúe -dijo el médico, escuchando atenta y perspicazmente.
-Les recomendé que se lo pensaran dos veces porque el pronóstico anunciaba mal tiempo. Sin embargo, me tildaron de aguafiestas e incluso se burlaron de mí, así que no insistí y me quedé en silencio.
El médico siguió escribiendo en su cuaderno.
-Finalmente hicieron las maletas y se marcharon, dejando a su pequeña hija al cuidado de su abuela. Planeaban unirse a un grupo de buzos al que pertenecían para explorar el fondo del lago.
-Muy interesante, continúe, -respondió el médico.
-Les dije que era arriesgado, se contaban muchas historias raras sobre ese lago. Se decía que en sus aguas vive desde hace siglos un pez enorme, custodiando los restos de un barco pirata que yace en el fondo del lago.
-Uhum -murmuró el médico.
-Pero de todos modos no me escucharon, -dijo la mujer.
-Y bien, dígame algo señora. Aparte del disgusto de no tomar en cuenta sus consejos, ¿cuál es el motivo que la trajo a mi clínica? -preguntó el médico con curiosidad.
-Bueno, verá, doctor, -dijo la mujer- al día siguiente de que se fueron, estaba secando mi ropa al sol cuando, en pleno día soleado y sin lluvia, vi caer un rayo justo en la casa de mis vecinos. Fue tan potente que la incineró en apenas unos minutos. ¡No hubo tiempo para nada! De las chispas, saltó una moneda con una calavera grabada y cayó justo en la puerta de mi casa -dijo la nerviosa mujer.
-¡Increíble! -exclamó el médico.
-Además, los vecinos nunca regresaron del lago y tengo terribles pesadillas con esa siniestra moneda.
E.T.