Cada día consumimos una parte de nuestro tiempo navegando por las redes sociales. Podemos quedarnos enganchados durante horas viendo vídeos o posts uno tras otro, encantados por ese genio de la lámpara llamado algoritmo que nos complace una y otra vez mostrándonos lo que nos gusta ver. ¿Pero sabías que tenemos nuestro propio algoritmo?
¿Y Qué Es Un Algoritmo?
Para simplificar diré que un algoritmo es algo parecido a un diagrama de flujo, es decir, un procedimiento o conjunto de pasos ordenados para resolver un problema. Las redes sociales crean sus algoritmos para distribuir su contenido analizando lo que llaman “preferencias de usuario”. De esta forma, determinan la frecuencia y el público al que mostraran una publicación. Por eso cada vez que las redes modifican su algoritmo, los influencers y creadores de contenido se ven afectados.
Pero no sólo las redes sociales tienen algoritmos que las gestionan, también tenemos nuestro algoritmo interno que funciona de manera similar al de las redes, dirigiendo nuestra atención a lo que nos gusta o nos es familiar y evitando lo que supone un riesgo o peligro. Ese algoritmo interno es el SAR, Sistema de Activación Reticular.
Nuestro Algoritmo Interno
El Sistema de Activación Reticular es una red neuronal ubicada en la base de nuestro cerebro en el tronco del encéfalo, entre sus roles están regular la vigilia y otras funciones relacionadas con la supervivencia, pero hay una en la que actúa como un algoritmo: filtrar la información que percibimos y procesamos. SAR nos ahorra mucha energía que de otro modo desperdiciaríamos abrumados por el bombardeo de información al que estamos expuestos todo el tiempo.
Así como las redes sociales utilizan las preferencias del usuario para mostrar su contenido, el SAR dirige nuestra atención a lo que supone que son nuestros gustos, mostrándonos lo que nos resulta familiar y conocido o lo que estamos buscando. Por eso, cuando queremos comprar un modelo específico de auto, lo vemos todo el tiempo en todas partes. O si tenemos pensado irnos de viaje, recibimos información del lugar al que queremos ir sin que la busquemos.
Pero así como nos muestra nuestros deseos, también nos muestra nuestros miedos, porque no discierne, a menos que exista una amenaza a la supervivencia. Un pensamiento negativo repetitivo se convierte en un hábito, y por tanto es algo familiar y el SAR lo ve como algo natural. De ahí que si no estamos contentos con lo que experimentamos o percibimos, lo mejor es empezar a transformar nuestras creencias y cambiar hábitos. Al cambiar de hábito cambiamos las conexiones neuronales modificando los comandos del Sistema de Activación Reticular, teniendo acceso a información que aun estando allí, no percibíamos.
Para cambiar un hábito que ya no queremos existen muchas vías, como la visualización, consumir información y alimentos que nos nutren, afirmaciones, etc. En internet se encuentran abundantes técnicas entre la que podrás encontrar la que mejor te resuene.
Comprobemos qué nos muestra nuestro algoritmo interno, puede que sea el momento de vaciar la papelera y reiniciar nuestro sistema.
E.T.