Sentado a la orilla de su cama, Luc miraba fijamente la la llama de la vela que tenía delante. La miraba con atención como buscando respuestas. Como buscando encontrar algo perdido.
Cada noche repetía el mismo ritual. Encendía una vela y se le quedaba mirando hasta que lo vencía el sueño. La vela, su bastón y un pequeño saco eran sus pertenencias. Una araña que tejía su red en una esquina de la habitación era su única compañía.
Conocido como el magnate de la madera, era el acaudalado propietario del mayor aserradero de su país. No confiaba en los bancos, por lo que se rumoreaba que su fortuna se encontraba guardada en numerosos cofres apilados en su sótano y en su enorme caja de seguridad.
Luc era un ferviente aficionado a la fotografía.
Una tarde estando en su oficina recibe una llamada telefónica. Al colgar el teléfono, Luc sale de su oficina y se dirige a las afueras del aserradero, se para frente al bosque talado que tiene al frente, lo observa unos minutos y camina hacia el. A Luc no le ven más.
Al poco tiempo es declarado desaparecido. Cuando entran a su casa no hayan ningun cofre, solo una pequeña caja fuerte. Adentro tiene dos objetos: una vieja cámara fotográfica que perteneció a su madre y una antigua receta de cerveza de su padre.
E.T.